La electroterapia se refiere al uso de energía eléctrica como tratamiento médico para controlar el dolor, facilitar la rehabilitación y promover la curación de los tejidos. Esta técnica emplea varias formas de estimulación eléctrica para influir en las funciones corporales, mejorar la recuperación y aliviar el dolor. A continuación, se explica en detalle cómo funciona la electroterapia, sus mecanismos y sus efectos en diferentes patologías.


Cómo funciona la electroterapia

Principios de la electroterapia:

La electroterapia implica la aplicación de corrientes eléctricas al cuerpo a través de electrodos colocados sobre la piel o directamente sobre el tejido. Las corrientes eléctricas pueden ser continuas o pulsadas y varían en frecuencia, intensidad y duración según los objetivos terapéuticos específicos.


Tipos de electroterapia:

Estimulación nerviosa eléctrica transcutánea (TENS): método que utiliza corrientes eléctricas de bajo voltaje para aliviar el dolor estimulando las fibras nerviosas y produciendo una sensación de hormigueo. Ayuda a bloquear las señales de dolor enviadas al cerebro.

Estimulación muscular eléctrica (EMS): utiliza impulsos eléctricos para estimular la contracción muscular. Esto puede ayudar a fortalecer los músculos débiles, prevenir la atrofia y mejorar la circulación.

Terapia de corriente interferencial (CFI): combina dos corrientes de frecuencia media que se cruzan, creando una corriente de frecuencia más alta. Esta puede penetrar en los tejidos más profundos y se utiliza a menudo para aliviar el dolor y reducir la hinchazón.

Terapia de microcorriente: implica niveles muy bajos de corriente eléctrica que imitan la actividad eléctrica natural del cuerpo, lo que promueve la reparación y la curación de los tejidos.

Corriente galvánica: corriente continua utilizada para la ionoforesis (administración de medicamentos a través de la piel) y puede ayudar a reducir la inflamación y promover la curación.


Mecanismos de administración:

La electroterapia se puede administrar mediante varios dispositivos, incluidas unidades TENS portátiles, dispositivos EMS o equipos especializados en entornos clínicos. La aplicación implica colocar electrodos en la piel sobre el área afectada, lo que permite que la corriente eléctrica fluya hacia el tejido.


Mecanismos de acción

Modulación del dolor:

La electroterapia puede alterar la percepción del dolor a través de:

Teoría del control de la puerta: la estimulación eléctrica puede interferir con las señales de dolor que viajan al cerebro, lo que efectivamente "cierra la puerta" a las sensaciones de dolor.

Liberación de endorfinas: la estimulación puede promover la liberación de endorfinas, las sustancias químicas naturales del cuerpo que alivian el dolor, lo que reduce la percepción del dolor.


Estimulación y fortalecimiento muscular:

La EMS y modalidades similares estimulan la contracción de las fibras musculares, lo que promueve el fortalecimiento muscular, mejora la resistencia y previene la atrofia muscular en pacientes inmovilizados.


Aumento de la circulación:

La electroterapia puede mejorar el flujo sanguíneo local en el área tratada al estimular los vasos sanguíneos, lo que promueve la curación de los tejidos al suministrar más oxígeno y nutrientes y, al mismo tiempo, facilita la eliminación de los productos de desecho metabólicos.


Reducción del edema:

Al mejorar la circulación y el drenaje linfático, la electroterapia puede ayudar a reducir la hinchazón y la inflamación en áreas lesionadas o posquirúrgicas.


Reparación de tejidos:

Las corrientes eléctricas de bajo nivel pueden estimular la actividad celular, lo que mejora la regeneración de los tejidos, incluida la piel, los músculos y los tejidos conectivos. Esto es particularmente beneficioso en la curación de heridas y la recuperación posterior a lesiones. Efectos sobre la patología


La electroterapia se puede aplicar a diversas patologías y afecciones médicas, entre ellas:

Dolor agudo y crónico:

Afecciones como el dolor lumbar, la artritis y el dolor neuropático pueden beneficiarse de la TENS o la IFC, que proporcionan alivio del dolor mediante la modulación de las señales de dolor y promueven la liberación de endorfinas.


Lesiones musculoesqueléticas:

La electroterapia se utiliza para tratar esguinces, distensiones y otras lesiones de tejidos blandos al reducir el dolor, la hinchazón y promover la curación de los tejidos.


Recuperación posquirúrgica:

Los pacientes que se recuperan de una cirugía pueden utilizar la electroterapia para mejorar la curación, reducir la inflamación y prevenir la atrofia muscular.


Afecciones neurológicas:

Afecciones como el accidente cerebrovascular o la esclerosis múltiple pueden beneficiarse de la EMS para mejorar la fuerza y la función muscular, mejorando los resultados de la rehabilitación.


Lesiones deportivas:

Los atletas suelen utilizar la electroterapia para acelerar la recuperación de lesiones, reducir el dolor y mejorar el rendimiento muscular.


Fibromialgia y síndrome de fatiga crónica:

La electroterapia puede ayudar a controlar el dolor y los niveles de fatiga asociados con estas afecciones crónicas al modular las vías del dolor y mejorar la función muscular.


Edema e inflamación:

Las afecciones caracterizadas por hinchazón, como el edema posoperatorio o la obstrucción linfática, se pueden tratar con electroterapia para mejorar el drenaje linfático y reducir la acumulación de líquido.


La electroterapia es una modalidad de tratamiento versátil que puede controlar eficazmente el dolor, promover la curación y mejorar la función muscular. Mediante el uso de estimulación eléctrica, se dirige a diversos procesos fisiológicos y ofrece beneficios en una amplia gama de patologías. Como siempre, es fundamental que los pacientes consulten con profesionales de la salud para determinar el tipo de electroterapia más adecuado para su afección específica y desarrollar un plan de tratamiento eficaz.